Mito de la caverna de Platón: resumen y significado de la alegoría


Catalina Arancibia Durán
Revisado por Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana

El mito de la caverna es una alegoría sobre el conocimiento. En ella se muestra al ser humano encadenado dentro de una caverna desde su nacimiento, donde lo único que ve son sombras reflejadas en la pared, pensando que esa es la realidad.

Platón (428 a.C.- 347 a.C.) usó esta historia para mostrar al filósofo como un guía hacia la educación, intentando liberar a las personas de sus ataduras.

El relato se encuentra en el libro VII de la República, escrita hacia el año 380 a. C. Este es un texto esencial dentro de la obra de Platón, ya que cuestiona el origen del conocimiento, el problema de la representación de las cosas y la naturaleza de la propia realidad.

Resumen del mito de la caverna de Platón

El mito de la caverna es un diálogo escrito por Platón en el que su maestro Sócrates y su hermano Glaucón se refieren al conocimiento y la educación filosófica de los individuos.

Así, Sócrates le pide a Glaucón que imagine a un grupo de prisioneros que se encuentran encadenados desde su infancia detrás de un muro, dentro de una caverna. Allí, un fuego ilumina al otro lado del muro y los prisioneros ven las sombras proyectadas por objetos que son manipulados por personas que pasan por detrás.

Los prisioneros creen que lo que observan es el mundo real, sin darse cuenta de que son las sombras de esos objetos. Sin embargo, uno de los ellos consigue liberarse de sus cadenas y comienza a ascender. De este modo, es capaz de observar la luz del fuego más allá del muro, cuyo resplandor le ciega y casi le hace volver a la oscuridad.

Poco a poco, el hombre liberado se acostumbra a la luz y, con cierta dificultad, decide avanzar. Sócrates propone que este es un primer paso en la adquisición de conocimiento. Después, sale al exterior, en donde observa el reflejo de las cosas y las personas, para luego verlas directamente. De este modo, admira por primera vez las estrellas, la luna y el sol.

Sócrates sugiere que este individuo concibe lo que ve (mundo de las ideas) como una realidad superior. Entonces, regresa para compartir lo que ha descubierto con los otros prisioneros, ya que siente que debe ayudarles a ascender al mundo real.

Cuando regresa a la caverna no puede ver bien, porque se ha acostumbrado a la luz exterior. Los que habitan allí piensan que el viaje le ha dañado y no desean acompañarle fuera. Platón, a través de Sócrates, afirma que los reclusos harían lo posible por evitar dicha travesía, llegando a matar a quien se atreviera a intentar liberarlos.

Análisis del mito de la caverna de Platón

El mito de la caverna es una alegoría que abarca varios elementos que comporta la teoría de las ideas de Platón y un análisis dividido en 3 dimensiones:

  • la dimensión antropológica (naturaleza humana),
  • la dimensión ontológica (del ser) y epistemológica (del conocimiento) y,
  • la dimensión moral (valorización de la sociedad) y política (forma de gobernar).

La teoría de las ideas de Platón se basa en dos conceptos contrapuestos:

  • El mundo sensible, cuya experiencia se vive mediante los sentidos. Son múltiples, corruptibles y mutables.
  • El mundo inteligible o el mundo de las ideas, cuya experiencia es cosechada mediante el conocimiento, la realidad y el sentido de la vida. Siendo únicas, eternas e inmutables.

Dimensión antropológica

En Platón, cuerpo y alma corresponden a dos dimensiones diferentes. Por un lado, el cuerpo está inmerso en el mundo sensible, que es corruptible y cambiante, mientras que el alma está unida al mundo de las ideas, que es perfecto e inmutable.

En el mito de la caverna, la dimensión antropológica se refiere a la condición del ser humano y su forma de conocer. Esa dimensión está representada en la naturaleza del prisionero y su cuerpo, su relación con la caverna (mundo sensible), así como en el mundo exterior y la liberación de su alma (mundo de las ideas).

Los prisioneros son una metáfora de las personas que están atadas a sus percepciones. Las sombras son el mundo físico que perciben y que creen es el conocimiento verdadero. Sin embargo, aquello que observan no es más que un conocimiento subjetivo.

Cuando uno de los prisioneros se libera de sus cadenas y sale de la caverna, este viaje representa su ascensión al mundo inteligible, en donde adquiere el verdadero conocimiento.

Lo anterior implica una liberación moral e intelectual del alma de las ataduras y limitaciones ofrecidas por el mundo sensible. Así, funciona como una metáfora de su paso desde la ignorancia hacia el mundo de las ideas. Este paso, según Platón, se puede realizar con la práctica del método dialéctico.

Además, esta ascensión al mundo de las ideas es una búsqueda del conocimiento de sí en el mundo exterior (como se expresa en la frase "conócete a ti mismo").

Dimensión ontológica y epistemológica

La dimensión ontológica se refiere a la naturaleza del ser y la dimensión epistemológica se refiere a la naturaleza, origen y validez del conocimiento.

Cada elemento del mito de la caverna simboliza un nivel del ser y del conocimiento, dentro del dualismo ontológico y epistemológico de Platón. Precisamente, la alegoría de los hombres apresados dentro de una caverna (nivel inferior) y del hombre liberado en el exterior (nivel superior), funciona para explicar su concepción dualista del mundo.

Desde el nivel inferior al superior tenemos:

Dimensión epistemológica

Dimensión ontológica
Mundo sensible (interior de la caverna)

Opinión (doxa):

  • Conjetura (eikasía): son las sombras que los prisioneros observan.
  • Creencia (pistis): todo objeto, incluyendo a los prisioneros, dentro de la caverna.

Todo aquello percibido como “real” dentro de la caverna no es más que una imagen o reflejo:

  • El fuego es una representación del sol, y refleja las sombras.
  • Estatuas y otros objetos.
Mundo de las ideas (exterior de la caverna)

Conocimiento verdadero (episteme):

  • Conocimiento discursivo (dianoia): el prisionero liberado observa reflejos de las cosas en el exterior.
  • Conocimiento intelectual real (noesis): el prisionero liberado observa directamente al sol y los objetos exteriores.

Son todos los objetos que el prisionero liberado observa:

  • Sombras y reflejos en el exterior son como el pensamiento matemático.
  • El mundo natural y los hombres representan a las ideas.
  • El sol es el nivel más alto, la idea del Bien.

Aquí, el mito de la caverna de Platón muestra los niveles para la ascensión al mundo inteligible o la ascensión del Ser.

Dimensión moral y política

Para Platón, el mundo de las ideas es donde el alma del hombre encuentra el conocimiento. Cuando el prisionero liberado presencia el mundo ideal, siente el deber de compartir lo vivido. Aquí el sol es una metáfora de la idea del Bien.

La caverna es la prisión de la apariencia, de lo puramente sensible, mientras que el mundo ideal y la idea del Bien son el verdadero conocimiento. El preso liberado, el filósofo, ya no puede continuar con un conocimiento basado en la opinión (doxa), derivada de las percepciones.

El retorno del preso liberado es un ejemplo del filósofo que ayuda a los otros a alcanzar el conocimiento real. Este ha visto directamente al sol (el Bien) y es como un político preparado para ser quien gobierne con justicia. La democracia del pueblo, en Platón, es similar a lo que acontece dentro de la caverna, ya que las personas habitan en un mundo sensible y deben ser guiadas por el filósofo-político o filósofo-rey.

El cumplimiento del destino de liberar a los demás necesita de la dialéctica o de la filosofía, pero crea un conflicto en relación con la moralidad. El riesgo que corre el preso liberado puede ser como el trágico fin que tuvo Sócrates, quien fue sentenciado a muerte por influenciar a la juventud y no respetar a los dioses tradicionales.

Teoría del conocimiento y el mito de la caverna

En la República, en los capítulos VI y VII (con la analogía o símil de la línea y la alegoría de la caverna) Platón señala que el origen del conocimiento real se desprende de las ideas.

Sin embargo, el mundo físico, visible o sensible, es un mundo de conocimiento limitado, de opinión. El mito de la caverna expresa la dualidad yacente entre el conocimiento aparente (interior de la caverna) y el conocimiento puro y real (exterior de la caverna).

Ello se traduce en un dualismo epistemológico y otro ontológico:

  • Por un lado, el conocimiento del mundo de las ideas, compuesto por el conocimiento intelectual y el conocimiento discursivo.
  • Por otro lado, el conocimiento del mundo sensible, basado en la opinión, está compuesto por la conjetura y la creencia.

Así, todo aquello que se encuentra en el mundo físico es una copia de una idea inmaterial que existe en el mundo de las ideas

El conocimiento verdadero

El mundo de las ideas se compone de absolutos que son inmutables, esencias de las cosas del mundo físico. Sólo a través de la razón se puede acceder a este conocimiento verdadero y científico (episteme). A su vez, éste se compone de:

  • El conocimiento discursivo (dianoia): se relaciona con el razonamiento lógico y matemático, representándose en los objetos (por ejemplo, figuras geométricas).
  • El conocimiento intelectual (noesis): se refiere a la razón, siendo sus objetos las ideas, de una naturaleza inmutable y no es posible encontrarlo en el mundo sensible. Este conocimiento tiene como objeto máximo la idea del Bien.

Fuera de la caverna, el preso liberado observa los reflejos de las cosas, lo que Platón utiliza como una metáfora del conocimiento matemático o discursivo.

El conocimiento propiamente dicho, que es de las ideas, con el Bien como la más importante, se obtiene a través del uso de la razón. El alma puede acceder a través del recuerdo, ya que alguna vez formó parte de este mundo de las ideas.

El conocimiento sensible

El mundo sensible está en cambio constante. Por ello, resulta imposible que pueda ser origen de conocimiento en un sentido universal. De este modo, ofrece un tipo de conocimiento que está basado en los objetos físicos, en las imágenes y en las apariencias. Esto hace que se de carácter individual, basado en la opinión o doxa y que sea subjetivo.

Platón considera que este tipo de conocimiento se divide en dos partes: la conjetura o eikasía y la creencia o pistis.

La conjetura (eikasía) se basa en la imaginación y suposición, siendo sus objetos las imágenes con una calidad fugaz. Se encuentra presente en la realidad visible.

Por ejemplo, en el mito de la caverna, Platón sugiere que los reflejos y las sombras ofrecen un conocimiento inmediato que da forma a nuestra perspectiva y convicciones sobre el mundo. No obstante, dicho conocimiento es fugaz y no indaga en la esencia de las cosas.

En el caso de la creencia (pistis), esta se basa en la observación, siendo sus objetos aquellas cosas materiales que se encuentran en la realidad visible. Además, su naturaleza es transitoria (sus objetos son cambiantes y corruptibles), aunque no tan fugaz como en el caso de la conjetura. Aquí, los objetos que se experimentan, como el propio cuerpo, son objetos físicos y corruptibles.

El mito de la caverna y la educación

El mito de la caverna permite explorar la visión que tiene Platón tanto del conocimiento como de la educación. En su planteamiento, el conocimiento real es diferente del conocimiento del mundo aparente (el de la caverna). La ascensión le permitió al individuo observar lo verdadero, por lo que es su responsabilidad enseñar a quienes siguen atrapados. Se convierte en el filósofo-maestro.

En el mito de la caverna, el prisionero que asciende al mundo exterior, pasa de la oscuridad a la luz, de la ignorancia al conocimiento. Por su parte, los prisioneros que permanecen dentro son una metáfora de la condición de las personas en la sociedad.

Así, la educación no se trata de brindar conocimiento, sino de iniciar un viaje. El aprendizaje es difícil, ya que se han de abandonar los presupuestos que antes se tenían para poder acceder al pensamiento crítico.

Debido a esto, la educación implica acción y transformación. En este sentido, el estudiante no es pasivo, sino que es guiado a descubrir las cosas por sí mismo.

Conocimiento y aprendizaje

En Platón, conocer está ligado al acceso al mundo de las ideas. El alma ya conoce, pues no hay conocimiento que parta de la nada, simplemente no lo recuerda. Así, existen varias formas de adquirir conocimiento.

En primer lugar, a través de la reminiscencia (recordando) las vidas pasadas, ya que el alma del ser humano ya conoce lo que estaba en el mundo de las ideas.

En segundo lugar, el método para acceder al conocimiento es el de la dialéctica. Por ejemplo, Sócrates, tal como se expone en los diálogos de Platón, utiliza la ironía y la mayéutica como ejercicios para ayudar a una persona a alcanzar el conocimiento.

La ironía es el ejercicio de realizar preguntas para exponer la falta de conocimiento de una persona, quien cree que ya sabe algo sobre un asunto determinado. Esto puede verse resumido en la famosa expresión "Solo sé que no sé nada".

La mayéutica consiste en la práctica de ayudar a dar a luz, como lo haría una comadrona. Se trata de ayudar a que un discípulo pueda alcanzar el conocimiento que ya tiene dentro de sí. Para ello se utilizaban las preguntas. Se cuestionaba a una persona sobre un asunto, se debatía su respuesta, se realizaban nuevas preguntas y se alcanzaba una definición más clara sobre dicho asunto.

El tema del mito de la caverna en literatura y cine

El tema del autoengaño ha sido explorado en diversas obras literarias y cinematográficas a través de la historia, particularmente en las últimas décadas. Aquí, algunos ejemplos:

  • La vida es sueño de Calderón de la Barca.
  • Un mundo feliz de Aldous Huxley
  • La película They Live (Están vivos o Sobreviven), de John Carpenter.
  • La película Dark City (Ciudad en tinieblas), de Alex Proyas.
  • La película Abre los ojos, de Alejandro Amenábar.
  • La película The Truman Show (El show de Truman: Historia de una vida), de Peter Weir.
  • Primera película de la trilogía Matrix, de Lana y Lily Wachowsky.
  • La Caverna, de José Saramago.

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Catalina Arancibia Durán
Revisado por técnica Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.
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