Virtudes teologales
En el cristianismo se llaman virtudes teologales al conjunto de disposiciones y actitudes que orientan al ser humano hacia Dios y hacen posible su relación con él. Se consideran un don divino, pues según la tradición cristiana son infundidas en la persona por el Espíritu Santo.

Las virtudes teologales se complementan con las virtudes cardinales, a las que animan y perfeccionan.
El apóstol san Pablo las resume en su primera carta a los corintios:
“En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y la caridad, pero la más grande de todas es la caridad” (1 Corintios 13, 13).
Estas palabras constituyen la formulación más conocida del carácter fundante de las virtudes teologales en la experiencia cristiana.
Vea también Virtudes cardinales y Las 20 virtudes más importantes en una persona.
Fe
La fe es creer en Dios y confiar en su revelación. Esto supone, por lo tanto, la apertura espiritual necesaria para poder reconocer la manifestación de Dios en la vida cotidiana y en la comunidad de creyentes, esto es, en la Iglesia.
El Catecismo de la Iglesia Católica define la fe como “la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado” (artículo 1814).
Como acto de confianza en la verdad revelada, la fe anima a actuar concretamente de acuerdo a los principios espirituales inspirados por Dios. Motiva a profesarla abiertamente, esto es, dar testimonio de ella y difundirla.
Vea también Fe.
Esperanza
La fe infunde la esperanza. La esperanza es la espera con confianza en el cumplimiento de un determinado horizonte que, en el caso de la teología cristiana, se refiere al cumplimiento de las promesas de Jesús: el reino de los cielos y la vida eterna, en función de lo cual el cristiano se conduce espiritualmente.
El Catecismo de la Iglesia Católica sostiene que la esperanza “corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre” (artículo 1818).
La esperanza, animada por la fe, permite al ser humano comprometerse con los cambios necesarios para construir el reinado de Dios. Así como encontrar sentido al trabajo, fuerzas para enfrentar las dificultades y paciencia para esperar.
Vea también Esperanza.
Caridad
La caridad (el amor) es el centro del corazón cristiano. En ella se expresa plenamente la fe y la esperanza y, por ende, ordena y articula todas las virtudes.
La caridad (amor) se define como la virtud que permite a las personas amar a Dios por sobre todas las cosas y, en nombre de este vínculo, amar al prójimo como a sí mismo. Sus frutos son el gozo, la paz y la misericordia.
Esto corresponde al mandamiento fundamental que Jesús comunica a sus apóstoles: “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros” (Juan 13, 34).
Para el apóstol San Pablo, la caridad es la más importante de las virtudes teológicas, tal como se deja ver en el siguiente versículo:
"Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada" (1 Corintios 13, 3).
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Cómo citar: Imaginario, Andrea (18/09/2025). "Virtudes teologales". En: Significados.com. Disponible en: https://www.significados.com/virtudes-teologales/ Consultado:







